Con el aumento de la población urbana, la demanda de mejorar la frecuencia y la fiabilidad del transporte nunca ha sido mayor, mientras que el ritmo de la vida moderna impulsa las expectativas de reducción de los tiempos de viaje. Este es el caso, sobre todo, de los países en desarrollo, donde se necesitan nuevas infraestructuras de transporte para seguir el ritmo de las economías en expansión y de una mano de obra en ascenso. Las nuevas tecnologías siguen liderando la presión por soluciones de transporte más ecológicas y menos dependientes del carbono, ya que los consumidores son cada vez más conscientes del clima. Con la velocidad de desarrollo de la tecnología digital, el paso a un futuro de interfaces basadas en aplicaciones y coches sin conductor está más cerca que nunca.